La línea como frontera
En Las líneas de la mano, Julio Cortázar encadena situaciones donde la línea no es necesariamente una sucesión de puntos que generan formas, más bien es una especie de cuerda que va jalando imágenes que actualizan en cada lector recuerdos y experiencias particulares. A diferencia del aleph, de Borges, el mundo contenido en las imágenes artísticas, similar al de Cortázar, explota hacia todos lados, seguidas éstas por líneas fantasmales –las manos, ideas, y emociones de los propios artistas, diríamos- despejando caminos, enredando fronteras para confundir territorios. Y entonces esas líneas son ahora carreteras, paisajes, choques de luz, árboles fantásticos, cuerpos estupefactos, ruinas, filigranas que bordan en otros hilos, signos, textos; y, finalmente, líneas mismas que se autocorrigen para presentarse como imágenes, buscando también alejarse de tantas experiencias y comenzar de cero para iniciar un ciclo permanente.
José Luis Vera/Primavera 2021